• Domingo, Febrero 03rd, 2013

Pamplona e Iruña

Cualquier colegial te dirá que Pamplona se llama así porque… “la fundó un general  romano llamado Pompeyo unas décadas después de la muerte de Cristo”. También te dirá que el poblado que había antes allí se llamaba Iruña y que era de rudos vascones difíciles de doblegar. Por supuesto, yo también lo supe cuando apenas tenía diez años, aunque nunca me convenció.

Me parecía “precipitado” aquello de que llegara un Coronel o un General de un ejército conquistador, reuniera a unos cuantos nativos traidores y les dijera que iba a cambiar el nombre de su aldea…Luego el general se marcharía para siempre y el nombre tendrían que usarlo los vecinos… ¿Así, sin más ni mas? ¿Y si no les gustaba o les parecía largo o difícil?

Es verdad que Estrabón habló de Pamplona llamándola “Pampelon”, pero lo hizo antes de que naciera Pompeyo…. Decía que era una ciudad grande y –no sabemos si de broma o de veras- la llamaba también  “Pompeio polis”. ¡Quizás no fuera nada más que un juego de palabras… que ha trascendido!.

La primera referencia española que he encontrado para esta explicación está en el Diccionario de Covarrubias de 1611, donde dice ser Pompeiolplis por haber sido edificada por Pompeio; desde entonces, los sabios españoles se han roto la cabeza para descubrir con mil movimientos adelante y atrás, la ruta que ha podido seguir el nombre de Pompeyo para llegar a Pamplona y de sus cavilaciones ha salido un parto como el de los montes: Pompejopolis, Pampeiopolis, Pampelo, Pampelona, Pampilona, Pampalona, Pampelone, Pampeluna, Pampelune, Pampilo, Pamplon, Pamplona, Pompelo o Pompilone…  Ahí es ná, a casi un nombre nuevo cada ciento cincuenta años.

Estas componendas con tanto esparadrapo nunca me han convencido a la corta e incluso me han incomodado –a la larga-, incomodo que acaba provocándome unas ganas insuperables de saber, de investigarQuienes disfrutamos recorriendo la toponimia ibérica, solemos empezar cualquier análisis, buscando si hay o no aquí o en cualquier parte del mundo un nombre de pueblo o de monte, de predio , de río o de mar que suene o se escriba igual.

¿Y Pamplona? ¡Pues si que hay!. Al menos hay tres Pamplonas en España con todas las letras, con el sonido íntegro idéntico. Una es el pueblecito navarro de “Salinas de Pamplona” acostado contra un cerrito y mojado en el río “Elortz, apenas a siete kilómetros de Pamplona y los otros son dos modestos predios localizados en Aragón; uno  en tierra en Épila a la orilla del Jalón, que se llama exactamente igual, Pamplona con todas sus letras y otro que se dice “Dehesa de Pamplona” unas docenas de kilómetros hacia el Este, cerca de Muel.

¿Llegarían estas humildes ladera de secano a ese nombre tan pomposo tras un recorrido como el de “Pompeiópolis, Pampelune…”? ¿Y, aparte de nombres iguales, hay otros parecidos, e incluso muy parecidos? Pues también los hay: Pamplana, Pampana, Momblona, Camplona, Pampliega, Piplona (La) y muchas Pelonas y Doblonas…. También Cimplona y muchas otras variantes; en total unos sesenta sin contar Portugal, Marruecos ni el Sur de Francia.

En la lejana Zamora, en el valle del Esla, abunda la denominación ora Camplona, ora Canploma para diversas tierras de “pan llevar”. La zona es rica en afloramientos de agua, lo que indica la existencia de un acuífero somero.

En la parte de Teruel que entrega sus aguas a las cuencas mediterráneas, en lugar de hacerlo a través del Ebro, en un interfluvio entre barrancos cercanos al río Guadalope, queda una mínima expresión de lo que un día fue un humedal colgado  entre barrancos (La Hoya). Aún queda lo que llaman “una balsica” de apenas 25 metros; le llaman “Balsa Pamplonica”.

En tierras palentinas, entre el Pisuerga y el Carrión, en un glacis cuajado de ríos que bajan de la sierra y que apenas se separan quinientos metros uno de otro, está una tierra que se llama Valdecimplona. No destaca mas que por eso, por ser una especie de terraza entre ríos y por tener el agua a mano.

El que existan variedad de topónimos con varios fonemas idénticos, es una señal inequívoca de que esos sonidos eran familiares para los usuarios, que no les parecían extraños y que eran fáciles de pronunciar y recordar.

Pero más allá de la identidad plena, hay otros rangos de proximidad que también conviene investigar. En este caso, los más llamativos son los del tipo “ambrona” y los parecidos a “pelona”. La sustitución bidireccional de “r x l” es muy frecuente y aplicada de forma ininterrumpida por diversos grupos culturales y étnicos. También es muy corriente la contracción – metátesis, “pel, pelo” a “plo”, de manera que topónimos como “Ambrona y Pelona”, muy frecuentes y que nos resultan familiares por lo del hambre y el pelo, han de añadirse al grupo de las Pamplonas, Momblonas, Camplonas y Pamplanas.

El cerro y sierra de La Pelona, son dos accidentes mínimos en la llanura toledana que están rodeados de tierras también llamadas “Pelonas”. Algunas de estas “pelonas” tienen un rasgo claro que coincide con una voz euskérika ya en desuso: “anbel”, que se usaba para nombrar a ciertos puntos “especiales” del terreno, donde una tabla o llanada superior se cortaba bruscamente y “sin avisar”, propiedad que se aprovechaba por los antiguos merodeadores para cazar o para eliminar a ciertos animales mediante su acoso y despeñado.

No es difícil la evolución desde “anbel” (despeñadero) a “be-anbel” (bajo el despeñadero), “ba-ampel” y por metátesis  “bample”, “pample”, hasta “pample-ona” y “pamplona”.

Basta cruzar el estrecho y superar Tanger hacia el sur, para que aparezca el majestuoso “Cabo Espartel”, también conocido en la antigüedad como “Monte Ampelusía” y echar un vistazo a su vertiente Norte que muestra (foto 1) una prolongada cresta formada en el hundimiento de un anticlinal, que constituye un larguísimo despeñadero “anbel-lusía”.

Imagen de principios del siglo XX en que se ve el relieve y el corte

Este tipo de rasgos, cuando coincidían con otros propensos para la presencia de rebaños salvajes, eran aprovechados por los visitantes ocasionales, no solo en África y Eurasia, sino incluso en los Estados Unidos, donde eran conocidos como “buffalo cliff over” para cazar por medio del despeñado de rebaños enteros.

Con estos mimbres esperando al cestero y con cierta dosis de curiosidad no satisfecha, se ha de descartar (por defecto) que Pamplona venga de Pompeio y se ha de apuntar a un posible significado “funcional” en la lengua prerromana tal como sucede en la mayor parte de los demás topónimos.

Para acercarse a un significado lógico, hay que buscar en lo posible características singulares que aún sean perceptibles. Tras el “lifting” aplicado a “anbel”, lo indicado es hacer un rastreo intensivo de la morfrología, litología, procesos superficiales, hidrografía y señales bióticas que pudieran existir –digamos- en uno o dos kilómetros cuadrados alrededor de la localización central del topónimo raíz.

Si fuera posible también es conveniente investigar la cota del río y sus oscilaciones en los últimos miles de años, la presencia de ciertos pólenes en los barros y fondos de charcas, posibles hueseras o descarnaderos, los indicios de industrias líticas o de asentamientos, en fin, todo lo que pueda ayudar a crear una imagen diacrónica, espacial, funcional y social. En un entorno intensamente modificado desde hace al menos dos mil años, eso es –obviamente-  difícil pero no tiene porqué ser imposible.

Imagino que muchos de nosotros hemos recorrido Pamplona y su muralla en las vísperas de San Fermín. Seguro que incluso habremos meditado sobre el arraigo tan fuerte de la costumbre de correr toros y llevarlos hasta la plaza. Los más imaginativos habrán colgado sus piernas en el vacío mirando el forzado meandro del Arga que se extiende cuarenta metros más abajo y habrán evocado la construcción del soberbio muro que se adivina fue adosado contra un acantilado.

Ya en tiempos históricos se ejecutó una muralla inexpugnable, pero ¿quién impide pensar que cuatro, cinco o diez mil años antes  se corrieran manadas de vacas salvajes acosadas con fuego, piedras y lanzas hasta hacer que se despeñaran cantil abajo?

¿Y que –de tiempo en tiempo- se juntaran en humeantes campamentos  en la playa bajo “El Redín” varias tribus viajeras para darse un festín de carne fresca, casar a sus jóvenes y contarse las peripecias de los últimos años? Me atrevería a apostar que de ahí arranca la tradición (repotenciada) de San Fermín.

Se ha remarcado en amarillo la línea del borde del acantilado que aún se puede adivinar entre muros y contrafuertes. Pamplona, su casco viejo que a la sazón sería una preciosa atalaya verde en la que el horizonte se confundiría con su fronda, parece un despeñadero ideal.

No es difícil realizar algunos sondeos y reconstruir con gran precisión cómo sería ese relieve hace diez mil años. Pero aún hay otros detalles que se escapan. Pamplona no es Pamplona sin Iruña (o Iruñea, como se han empeñado en rebautizarla ahora los académicos para diferenciarla de otras Iruñas).

Iruña es un topónimo mucho menos alterado que Pamplona; tan poco, que se puede decir que está intacto. Las tentaciones antropófilas de nuestros académicos les llevan a ver la obra del hombre por doquier. Tienen una propensión como magnética a ver referencias a ciudades y pueblos por todas partes. Allá donde haya un “Iri”, “Uri” o “Iru”, se concluye que hubo una urbe; por lo tanto, “Iruñea” ¿Qué mejor significado que buena ciudad?…

Nada más distante a esa moda es lo que comienza a aportar el análisis de la fonética con los nuevos morfemas del Paleo Euskera o Eukele: Los asentamientos, las construcciones y edificaciones eran bautizadas con los nombres consolidados del terreno; heredaban su designación de lo que mejor caracterizara al sitio en que se erigían. No hay indicio alguno ni de nombre genérico como “Ciudad bella”  o “Rica” o “Segura” ni de tal o cual benefactor; nada de ese tipo.

El caso de Iruña no es diferente. Su significación está inequívocamente relacionada con la morfología de esa colina que ahora se llama “El Redín” y sus tres caras que miraban al Este, Norte y Oeste. Su significado no puede ser más sencillo y transparente: “Triple Muela”, de “iru”, tres y “ña”, corte, muela, es decir, una colina con acantilados en tres caras; el frontal, como la proa de un barco sería el paradigma de los despeñaderos; abajo, las tribus provistas de cortantes lajas de sílex de Urbasa, mirarían con ansiedad a la carne que vendría del cielo.

Cuando llegó Pompeio a la colina de Iruña y miró hacia la vega y las tierras al pié de este mirador, hacia Pamplona (Be-ampleona, Pamplona), ya habían pasado milenios desde que esos lugares habían escrito sus primeras historias y habían grabado sus nombres en el imaginario popular para siempre. A Pompeio le debió impresionar el sitio y sus tradiciones y no es de extrañar que sus lugartenientes le hicieran chistes con su nombre y el que aquellos vascones salvajes daban a su ciudad y entorno.

Sanfermines del 2012.

Jabier Goitia

VN:F [1.8.8_1072]
Rating: 0.0/10 (0 votes cast)
Sobre los topónimos Pamplona e Iruña5.6109
Sarrera honen iruzkinak jarrai ditzakezu ondorengo rss jarioaren bitartez: RSS 2.0
You can leave a response, or trackback from your own site.

7 comentarios

  1. 1
    Fernando Sánchez Aranaz 
    Jueves, 7. Febrero 2013

    Llevo treinta años manteniendo que la palabra Pamplona no tiene su origen en ninguna Pompeiopolis, sino en una previa Panpel-ona, pero hasta ahora el significado de Panpel se me escapaba. Sé que Andel es algo así como depósito, pero no le encontraba sentido. Por otra parte, siempre he sospechado que la antigua Pamplona no estuvo en lo alto de la colina. Ahí pudo haber un castro indígena más antiguo, pero la ciudad, ya en tiempos de romanización, tuvo que estar abajo, junto al río, en lo que hoy llamamos Rochapea, que es bajo la roca, el mismo significado que, según tu apasionante teoría, beanbel o Panpel. Acerca del significado de Iruña, sí creo que es ciudad, pero su etimología ya es otra cosa, ¿podríamos relacionarlo con Oin, de donde derivan Oña y Oñatz? Oin es pie, pero también base, fundamento, Creo que alguna importancia tendrá que todas nuestras Iruñas estén enclavadas en sitios parecidos. Ahí van cuatro: Pamplona, Beleia, lIrunbier y, por supuesto la de Oiaso, Irun, todas en altos junto a un río. Por hoy nada más. Eskerrik asko!

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  2. I continuamente pasé media hora para leer este sitio web ’s artículos
    todos los días junto con una taza de taza de café.

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  3. En verano conocí un pueblo con el nombre de Pampelune relativamente cerca de Albi/Toulouse. Si en el buscador de google maps tecleamos Pampelune, aparecen no menos de 10 localidades con tal nombre.
    No conozco las características geológicas de estas zonas, pero sí que me parece pausible la traducción propuesta en el artículo.
    Creo que con Zaragoza pasa algo parecido. Los nombres actuales se parecen más a los originarios que las adaptaciones propuestas por los autores latinos.

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  4. 4
    Carmen Requejo Sánchez 
    Sábado, 8. Abril 2017

    Me estaba volviendo loca para descifrar el significado de un monte al que llamamos Pamplona (con todas las letras, con todos los sonidos) en un pueblo asturiano, de la comarca del Bajo Nalón, que pertenece a Pravia. Se llama Somado o Somao. Gracias a esta magnífica investigación puedo empezar a dar sentido al topónimo. Necesitaré una visita para confirmar sobre el terreno si hay una brusca diferencia de nivel y puedo imaginar a mis antepasados tratando de cazar algo de ‘carne fresca’. De paso quiero decir que hay un exceso de opiniones, pseudoinvestigaciones, etc. (en internet) que forman una maraña idescifrable en torno a Pamplona-Iruña. Gracias de nuevo por su claridad expositiva.

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  5. 5
    Fermin Txibite Lizarraga 
    Jueves, 18. Julio 2019

    Me parece mucho más factible derivar Iruña o Iruñea de Ilun + a. Ilun es en protoeuskera ciudad y, si no me equivoco, en íbero también. Que la “l” se vuelva “r” fue un proceso común en euskera, por ejemplo del latín caelum (cielo) > zeru o solum > zoru.
    Por otro lado, la “ñ” sería una versión palatalizada de la “n” utilizado como diminutivo, común en euskera. Como en el nombre castellano Jimeno < Ximeno < Xemeno < Semeno Iruña, ha pasado lo mismo con el diminutivo “-no” que hoy en día es más común en su versión palatalizada “-ño”: andereño (señorita) > andere (señora) + -ño (diminutivo).
    En cuanto al final en -a o en -ea, es una confusión típica del euskera. -a es el artículo definido singular en euskera y en algunas palabras, generalmente las relacionadas con lugares, genera confusión. Ya que al declinar la palabra hay que quitar el artículo, y si hay una consonante generalmente aparece una “e” para facilitar la pronunciación. Esto genera la confusión de no saber si la palabra acaba en “a” en “e” o en consonante. Como en el caso de “larre” prado que en toponimia aparece como “lar”, como “larra” o como “larre”, devido a la confusión: Larrabetzu < Larra + be (bajo) + -tzu (sufijo de abundancia o para crear toponimos) (terrenos debajo del prado), Lartzabale (prado extenso lar + zabal (extenso) + -e derivado de la confusión al declinar) o Larrea (apellido común derivado de topónimo). Otro caso de confusión sería la duda entre "gaina" y "gaine", la palabra es "gain" pero al utilizarla con postposiciones casi siempre aparece una -e que acaba por unirse a la palabra por error: gaina (cima), gainean (encima), gainetik (desde encima), gainera (a encima), gaineko (original de encima)… Por lo que no es raro encontrar toponimos que incluyan "-ga(i)ne" o "-ga(i)na", debido a la confusión. Pero parece que la versión histórica y adoptada por el ayuntamiento es Iruña, aun que la admitica por Euskaltzaindia es Iruñea, ambas se les unen las postposiciones sobre la base "Iruñe". Digo que parece la histórica porque el gentilicio euskeriko es Iruindar < Iruñ + dar. Forma típica, lugar/familia + -ar/-tar (o -dar después de "n"), como en Donostiar, Bilbotar o Irundar. Así que por todas estas evoluciones regulares y comunes de la fonética y la morfología es muy fácil derivar Iruña de *Ilun + -a, la ciudad, en el sentido prerromano, no en el actual.

    Por otro lado, en cuanto al nombre castellano Pamplona. Parece un híbrido entre castellano/romance/latín y euskera. Una hipótesis bastante extendida entre filologos y que tiene casos paralelos de nombres híbridos cerca es derivar Pamplona de la contracción de Pompaelo Iluna. Así se explica porque al nombre "Pompeio" se le une un final tan raro como "lona", que supongo que es la corrupción de "*Iluna". Un ejemplo de evoluciones fóneticas divergentes son las dos versiones del nombre antiguo *Ilun berri. En castellano Lumbier y en euskera Irunberri, versión con "l" en castellano y con "r" en euskera. Hay muchos casos: Erronkari (eusk) Roncal (cast.), Zaraitzu (eusk.) / Salazar (cast.)… Además de nombres mezclando dos idiomas, o más bien utilizando un topónimo en un idioma y añadiendole otro en otro idioma como: Rocha (del occitano, dado que en Pamplona los funcionarios escribas fueron occitanos) + pe (abajo en euskera) + -a (artículo en euskera) > rochapea / Arrotxapea / Errotxapea, Salvatierrabide > Salvatierra (castellano, no en euskera Agurain) + bide (camino, en euskera)… Así que son normales tanto los cambios fonéticos como la forma de crear el nombre con elementos de diferentes idiomas. Además, Estrabón nos dio esta hipótesis, diciendo que Pompaelo Iluna era la ciudad de Pompeio: “Pasada la Jacetania, hacia el norte, se encuentra la tribu de los vascones, donde hay una ciudad llamada Pompelon, que es como decir Pompeiópolis”. Así que es bien sencillo de explicar que al lado de la ciudad vascona *Iluna o sobre ella, que se encontraba más o menos en Nabarreria, un general romano creara una ciudad romana y ambas se mezclaran como Pompaelo Iluna > Pamplona. En la parte de arriba de los cortados, dado que aprobecharon la altura natural para fortificarse, tanto vascones como romanos (que creo que en esa época más o menos tuvieron una especie de guerra civil entre dos facciones poderosas de Roma, pero sobre todo vivida en Hispania).

    Por otro lado, no había oido hablar de “anbel” ni de “-ña”. De todos modos, “anbel” sí que puede tener que ver con algún tipo de ahondamiento en el terreno. El elemento “bel” es abundante en palabras y en toponimia vasca, queriendo decir oscuro. De ahí vienen: beltz (negro), bele (cuervo), belatz (urraca, creo), ezpel (boj), goibel (triste, “alto oscuro” literalmente), ubel (morado o moraton)… Y muchos toponimos como el corriente (m)ospel (paco, parte sombría de una elevación, de “ors/os” hoja y “bel” oscura) o Zuberoa < Zur (madera) + bel (oscuro, sombrio) + -oa (lugar con abundancia) (lugar de mucha madera oscura). En cuanto a -ña, no lo he oido nunca, así que no puedo opinar.

    En cuanto a la tradición taurina, está bastante claro que se deriva de los cultos miltraistas romanos. Aunque en un principio los cultos con toros no eran una tradición romana, cuando estos fueron adoptados por los romanos, los extendieron por todo el imperio dando lugar a la tauromaquia de hoy en día.

    En conclusión, me parece mucho más factible la hipótesis de derivar el nombre vasco y el castellano de *Iluna. Es fácil de explicar: Iruña < *Ilun + -a y Pamplona < Pompaelo + *Iluna. Ambos casos tienen derivaciones fóneticas y morfológicas regulares y demostradas que coinciden con las de su contexto histórico y lingüístico. Por lo menos me resulta más fácil que pensar que unos nativos tuvieran dos nombres para una misma ciudad y que los romanzados o castellanos herederos de los latinos respetaran uno de ellos y los vascos el otro, mientras que los bilingües simplemente elegian uno o el otro en función de la lengua que hablaran. Me resulta más fácil pensar que una comunidad bilingüe vio durante mucho tiempo como la fónetica y la tradición de moda empujaban el mismo topónimo en direcciones diferentes hasta crear dos normbres a simple vista diferentes. Como ha pasado y pasa en toda Navarra/Navarre/Nafarroa/Nabarra/Naparroa.

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  6. *Be + *anbel no sería “bajo el despeñadero”, sino “el despeñadero de abajo”, cosa que no tiene mucho sentido. En euskara el sufijo -be(he) o su variantes -pe y su sinónimo -azpi van siempre tras el sustantivo, no son prefijos. Para funcionar como prefijos han de estar declinados, como por ejemplo “Be(he)KO errota”, “Be(he)nGOetxea”, etc.

    En el Orotariko Euskal Hiztegia de Euskaltzaindia consta la acepción “anbel(du)”, al igual que “anbil(du)”, como variantes o formas sinónimas de “amil(du)”, en la entrada correspondiente a esta última:

    amildu.
    (V-ger-gip, G, AN, L, BN; Lar, Lar in Aq 1464, Añ (G, AN), Dv, H), anbildu (S; SP, Lar, Dv, H), anbeldu (B). Ref.: A (amildu , anbildu , anbel); Iz ArOñ (amílddu), To .
    Despeñar(se), precipitar(se) (sentidos prop. y fig.; empleado tanto con complemento inesivo como con alativo). “Précipiter, culbuter, en roulant” SP. “Despeñar”, “rodar, cayendo y dando vueltas” Lar y Añ. “Derrumbar” Lar. “Derrocar, amildu, amilka botatu” Ib. “Tumbar, caer rodando, amildu , amilka erori, jausi, beratu” Lar in Aq 1464. “(Transitif et intrans.), rouler en tombant, précipiter” Dv. “Précipiter, se précipiter, tomber du haut en bas, roulant sur soi” H. “Derrumbarse, precipitarse, derrocar” A. “Despeñarse. Amilketan dia, se despeñan” Iz ArOñ. “Amildu da, se ha despeñado; amildu det, lo he despeñado” Iz To. v. amilperatu, amilkatu, amilarazi.
    Tr. Documentado al Sur desde mediados de. s. XVIII, si bien está poco atestiguado en la literatura vizcaína, donde sólo se encuentra en autores como Uriarte, Azkue, Arrese Beitia y Otxolua (cf. infra el ej. de Mg PAb 155s). Los escasos ejs. septentrionales (Harizmendi, Duvoisin, Prop y Casenave), corresponden todos a anbildu(-tü) (con h- en un ej. de Prop; cf. tbn. anbiltze en Joannateguy), casi siempre con aux. trans. (tbn. hallamos anbildu en unos versos lesacarras del s. XX). Al Sur, el uso transitivo se documenta sobre todo en textos del s. XX. Hay amil, con aux. indicativo, en algunos ejs. de S. Mitxelena y N. Etxaniz. En FDrec hay 8 ejs. de amildu.
    Beraz ez naiz izituko, / Iharrostean lurra: / Ez mendiok anbilzean / Ez piztean gerra. Hm 54. Bide limurietan irristatuko, zingiradietan ondatuko, arkaitz-erpiñetan amilduko gera. Lar SAgust 15s. (…)

    https://www.euskaltzaindia.eus/index.php?option=com_oehberria&task=bilaketa&Itemid=413&lang=eu&query=anbel

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
  7. 7
    Javier Goitia 
    Miércoles, 9. Octubre 2019

    Hace más de seis años que colgamos la primera explicación de Pamplona en este foro y ya es hora de que responda a algunas cuestiones que -aunque no se plantean claramente-, se intuyen.

    Lo primero y más importante es recordar que la motivación de estos análisis de toponimia desde el “Euskera recuperado” (es decir, no se trata de lo que nos ofrecen los diccionarios tradicionales ni el Orotariko, sino de los descubrimientos de raíces que figuran en “El ADN del Euskera en…”), es la de contestar a una saga de eruditos que quieren que la toponimia se explique por el Fenicio, Griego, Latín, Godo o Árabe… olvidando la principal lengua, el Euskera.

    El trabajo principal se ha hecho a partir de esas raíces y de millón y medio de topónimos reales de España, confrontándolos y tratando de encajarlos; no con dos cientos de ellos, como han querido hacerlo esos sabios de gabinete.

    Dicho esto y reconociendo que aún pueden faltar por descubrir tres ó cuatro cientos de raíces, el objetivo inmediato no es el de descubrir exactamente si Fuente del Piojo (66 lugares llamados así) indica que era una fuente de dos pozos (bi-oxo) ó un pozo que escurría (pi-oxo), sino determinar que quienes la bautizaron hablaban una suerte de Euskera no tan lejano del bizkaíno reciente.

    Así, en Pamplona, el morfema “específico” es “amp”, que se encuentra en gran parte de África y Europa y que en España es abundante en sus cuatro formas actuales a pesar de siglos de una academia capadora: Hay hasta 90 lugares que lo llevan como “ambel” (Alto de Ambel, Ambele, Cabezo de Mirambel, Pena de Mirambel, etc.). También hay 31 lugares que lo llevan como “anbel”, habiendo resistido la imposición de la “m”, Arganbel, Arganbelate…”; muchos más (266) que han ensordecido la “b”, Ampelaz, Campel, Campello, Campelo, etc. y solo uno que ha conservado ene antes de pe, Kanpelitxen.

    Ese morfema, en todas sus versiones, equivale al actual “amil”, refiriéndose a un corte prolongado en el terreno, suficiente para provocar accidentes graves por caída.

    Efectivamente, “be” al comienzo de un compuesto, lleve o no el sufijo “ko”, indica generalmente “lo de abajo”, pero en el caso de Pamplona, el primer fonema pudo ser “bae” (variante de “ba”, marcha), que suele indicar “dirección, sentido…”; algo así como el “carra…” que figura en miles de lugares, con lo que en ese caso, el topónimo “bae ampel ona” indicaria algo así como “acercándose al buen despeñadero”.

    Quiero con esto decir a los potenciales investigadores, que lo perfecto es enemigo de lo bueno y en este momento en que los que deberían defender el Euskera con uñas y dientes se dedican a sonreir a quienes gastan el dinero en series como “Baskoniako historia bat”, nuestra lucha principal ha de ser la de descubrir las raíces que faltan, depurarlas y establecerlas como norma.

    Ojo, y en lugar de escribir anexos inexcrutables y cansinos para cualquier explicación, ir a lo sencillo y a lo claro y comenzar sin rubor un nuevo diccionario que recoja cuantas expresiones perdidas del Euskera han quedado en romances y en el Latín, demostrando porqué son nuestras.

    Podíamos empezar con “arbor-arboris”, una de las más claras euskérikas, que nuestros acomplejados académicos ni saben ni quieren acometer.

    Jabier

    UN:F [1.8.8_1072]
    Rating: 0.0/5 (0 votes cast)
Añadir comentario